Hace frío en la calle, llegas a casa y no tienes ganas de nada. Te asomas por
la ventana y está nublado, la gente va muy abrigada y tu aún sientes el frío en
el cuerpo.
Coges la ropa interior y vas en dirección al baño para meterte en la ducha. Te relajas.Sientes el
agua caliente recorriendo tu cuerpo. Pasan cosas a tu
alrededor pero eres incapaz de darte cuenta, sientes como si se parase el tiempo y no importara nada,
solo el agua y tu. No llegas a imaginar una sensación más placentera que esa.
Con tu cuerpo aún caliente y los cristales empañados, te quedas otro poquito dentro de ese calorcito que se ha
formado en el baño.
Sales del baño, vuelves a mirar por la ventana y compruebas que aún
sigue ese frío ahí fuera, pero tu, con energías renovadas y
bien calentito, has disfrutado de uno de los verdaderos placeres del
invierno: una ducha con agua caliente.